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NOVIEMBRE 2014

El estudio del momento para la oratoria: estudiantes

“La verdad padece de demasiado análisis”  frase encontrada en la web.

Cuando somos estudiantes de secundaria, bachiller o universidad, el rango de edad del individuo abarca desde la adolescencia hasta la temprana adultez. En esta etapa, no alcanzamos aún a considerar la importancia de lo que comunicamos con todo nuestro ser. Si mal no recuerdo, leí de pasada una frase de algún mercadólogo referente a que en la última instancia, los seres humanos transmitimos lo que somos. No es un aforismo capcioso, es un hecho que podemos confirmar cualquier día. Por ejemplo, no necesito estar rodeado de personas para percibir lo que mi aspecto transmite en una determinada mañana. Si me veo al espejo y me doy cuenta de que necesito afeitarme, debo atender la imagen que saldrá por las calles de la ciudad en una hora. En nosotros está la decisión de portar una buena imagen personal. Pero, a diferencia de lo que muchos jóvenes creen, no lo es todo. De hecho, es una mera condición social.

Es terrible ver a egresados y estudiantes de nivel universitario que no son capaces de articular el castellano de manera coherente, lógica. Hablo por los de mi ciudad, no generalizo ni expando el panorama a lo largo y ancho del país. Es terrible ver en ellos que son la prueba del   poco exigente sistema educativo que recompensa el esfuerzo mínimo, y me temo que a veces ni eso. Es terrible ver que fuera de la mini pantalla del móvil, apenas pueden asomarse por el mundo inmediato que los rodea. Y, lo peor, es terrible no ver  a muchos de ellos ocupar los puestos que, teóricamente, deberían accesar en el mercado laboral. Los factores que juegan son variados, pero algunos en definitiva están íntimamente asociados con las subjetivas calificaciones de la escuela, el casi nulo saber y una ineptitud para comunicar que raya en lo atroz. Quizá, en el futuro, las entrevistas laborales se realicen en chat rooms para beneficio de algunos.

No puedo precisar qué tan reflexivos son los jóvenes que cursan en una secundaria o alguna facultad universitaria. Conozco muy pocos casos de chicos locales que están entendiendo la relevancia que tiene el desarrollo de la habilidad para comunicar con la palabra oral. Otros, hacen esfuerzos en aprehender las técnicas de la palabra escrita y suelen ser vistos en talleres de escritura creativa en la localidad. Si estás en Monterrey, México y eres de los que se interesa por éste último tipo de aprendizaje, te recomiendo sin reservas la Fábrica Literaria del estupendo escritor y maestro Felipe Montes: (http://www.fabricaliteraria.com/)

Soy de la opinión que todo aspirante a la oratoria de calidad debe saber trabajar  la palabra escrita como la hablada.

Un estudiante típico, de esos que no se han acostumbrado a plantarse frente a una audiencia, debe SER un alumno capaz de reflexionar si es que desea salir avante ante cualquier reto que  signifique comunicar delante del grupo. La frase clave del día es: análisis del momento. O sea, identificar en su naturaleza la suma de elementos presentes en los ejercicios de comunicación presencial, sin importar el lugar o el tipo de público. Toda audiencia merece el mismo respeto.

El estudio de la ocasión para comunicar debe ser planificado. Se supone que, si yo fuera el estudiante, conocería de antemano la fecha en que voy a pasar al frente para participar con la clase. Claro, puede haber ocasiones en que el maestro elija al azar, y para YA, a cualquiera. Pero, volvamos al tema que nos ocupa el post de hoy.

Lo primero que debo tener en cuenta,  es determinar con sinceridad qué tan bien me relaciono con los demás miembros del grupo. ¿Me llevo bien?, ¿siento que me aprecian? No es necesario abundar sobre este punto. Uno debe saber a quiénes les vamos a ver la cara cuando estemos al frente.

El segundo elemento a considerar es saber si soy de los que tiene el temple reforzado. El caso típico lo representa el que no tiene aún la mente asimilada a estos ejercicios. Ellos y ellas, el grupo no acostumbrado, debe ejercitar la respiración, practicar posturas del cuerpo frente al espejo y dicción (lectura en voz alta del tema a exponer en el aula a fin de adquirir el vocabulario y su pronunciación). La respiración es fundamental. Debemos ser capaces de sentir el flujo de aire por el tórax; captar cómo entra por la nariz y sale por la boca. Es importante verificar que lo hacemos de esa manera. Si aspiramos por la boca y queremos hablar durante varios minutos, más temprano que tarde el aire nos puede faltar y no poder articular tres o más oraciones en secuencia, lo que obligaría a hacer pausas prolongadas para respirar. El trabajo de respiración debe ser consciente en esos momentos, no automático. En este punto, el análisis nos exige enfocar la manera en que debemos respirar: aspirar por la nariz, exhalar por la boca, lento y con ritmo. El mejor aliado de un comunicador es un cuerpo bien ventilado por dentro.

La postura inicia visualizando la natural manera de andar. Enfoquemos dentro de lo posible que caminamos frontal, en línea recta, y no zigzageando. También, influimos positivamente a un grupo si somos capaces de lograr que nuestro cuerpo evite oscilaciones y balanceos cuando queremos estar fijos en un lugar durante el ejercicio de comunicación dentro del salón de clases. Para ello es útil el espejo, intentemos pararnos con una buena vertical. No es necesaria la rigidez de un militar, basta con que los hombros estén alzados y alineados, acomodando el pectoral hacia arriba y hacia fuera, sosteniendo la postura. Las chicas son quienes más tienden a olvidar esta recomendación.

El ensayo de la dicción con el material a exponer ayuda a familiarizarse con las palabras necesarias y esperadas en el tema. Aprendamos todos los significados y después repasemos mentalmente los conceptos e ideas básicas. Si puedes hallar palabras que sustituyan tecnicismos, mejor. Si puedes trazar analogías o metáforas que expresen las ideas principales, mucho mejor. Si lo entiendes así, verás que la comunicación es una responsabilidad que implica hablar con claridad. Las palabras sencillas ayudan para hacernos entender.

La más trivial de las exigencias para comunicar a una audiencia viva, nos requiere estar en foco. O sea, comprender cabalmente la naturaleza de la tarea. Aquí debemos hacer conciencia que hablar a un grupo es muy diferente a cuando lo hacemos con el desparpajo y la despreocupación de una charla íntima, informal: comunicamos lo que somos. Y nosotros queremos ser muy buenos en la escuela, en el trabajo y en la sociedad.

Piensa unos segundos. Después analiza, practica y ¡haz la diferencia!

© Jaime Domenech (JD) para Podio Beta                Noviembre de 2014

Monterrey, México

Acerca de podiobeta

Estudioso del desarrollo de las habilidades sociales y en Comunicación presencial en la ciudad de Monterrey, México.

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